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miércoles, 6 de febrero de 2008

POR BANDERA, LA LIBERTAD DE PRENSA. (Álvaro Martín y Delia Naranjo, 2ºBachD)


Los orígenes del Carnaval se remontan a la Edad Media. Aunque parezca incoherente, es una fiesta religiosa que, como nos relata El libro de Buen Amor, representa la lucha de don Carnal y doña Cuaresma. La Iglesia dejaba que el pueblo se desahogara antes de entrar en el recogimiento de la Cuaresma. Cuenta la tradición que el domingo antes del miércoles ceniza, es decir, el domingo de Carnaval, don Carnal vence a doña Cuaresma, derrotando el ayuno, la abstinencia, la represión en sí y, dando rienda suelta a la risa, a la alegría y a la libertad. La fiesta se prolonga hasta los días siguientes: lunes y martes de Carnaval, pero el miércoles de ceniza se entabla una nueva batalla y, esta vez, vence la cuaresma. Al domingo siguiente, sigue contando la leyenda, que el pueblo se revela y apoya a don Carnal que vuelve a vencer a doña Cuaresma, el llamado “domingo de piñata”.
La palabra Carnaval procede de la expresión latina “carne levare”, es decir, “dejar la carne”. Según otras fuentes, se piensa que procede del “currus navale”, carro naval que desfilaba por las calles de Roma para celebrar las fiestas en honor de la diosa Isis. Pero, sin duda, el Carnaval es la fiesta de la libertad, de la ironía, de la ruptura del orden social y las represiones auspiciadas por un disfraz en el que la protagonista es la risa.
Ahora, pasados los años, recuerdo como una tarde de agosto desempolvando libros del trastero, mi abuelo me contó la historia del Carnaval de su pueblo, Bollullos. Empezaba diciéndome:
Un 14 de abril de 1931 España se levantó republicana, y con la República, los Carnavales. Él recuerda con tristeza cómo en los tiempos pasados, el pueblo se involucraba, siendo la fuerza de todos una sola, para luchar por aquello en lo que creían. En el Carnaval de la República, las letras de las agrupaciones destacaban por su mensaje y, entre los compositores, me nombraba a José Acosta Infante “Acostita”, que fue el alcalde del pueblo, además de zapatero, comparsista, profesor autodidacta y un excelente músico.
Pero con un rostro acongojado sigue narrándome que el 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil y, con ella, mil ilusiones y libertades se hicieron pedazos. Atrás quedaron las letras de las murgas carnavaleras que hacían florecer la concordia y el respeto utilizando como arma la libertad en todos los sentidos. A partir de 1939, no fue doña Cuaresma la que venció a don Carnal, sino una dictadura que vetó no sólo las ideologías contrarias al régimen, sino que también mutilaron a nuestro Carnaval, dejando sólo vestigios de él en el domingo de piñata, cuando las jóvenes casaderas jugaban al “tarro” y partían las piñatas. Aún así, ninguna imposición nos puede aniquilar la manera de pensar ni destruir totalmente las tradiciones intrínsecas de un pueblo pues, tarde o temprano, la esencia de nuestras raíces vuelven a su ser.
En 1973 se crea el grupo de teatro independiente “Sarmiento”, formado por jóvenes que, con un fin literario, también revolucionaban con sus ideas de progreso recitando en el certamen de poesías de amor y representando obras de teatro tan criticadas en la época como las de Federico García Lorca. Más tarde, muchos de estos jóvenes formaron la plataforma cultural “Lagar y Luz”. La mayoría de estas personas interesadas en la cultura, participaron en la elaboración del programa electoral con el que el PCE concurrió a las elecciones municipales de 1983, y que llevaba como algo fundamental la recuperación del Carnaval en Bollullos. Esto era sin duda una apuesta por un futuro más libre en el que, sin más remedio, el Carnaval volvería a ser la fiesta de la libertad.
En 1984, de la mano del Ayuntamiento se organiza el primer Carnaval después de la dictadura. Estábamos en la segunda legislatura democrática en la que era alcalde Diego Valderas. Algunos de los protagonistas del Carnaval fueron el entonces concejal de festejos, Francisco Javier del Valle Carrasco, la concejala de cultura, Pilar Mosquera Padín y el primer pregonero del Carnaval, también pregonero en este año 2008, Diego Martín Díaz. Estas tres personas formaban parte de la plataforma cultural “Lagar y Luz”, y tanto Diego como del Valle fueron miembros del grupo de teatro independiente “Sarmiento”. Pero el verdadero recuperador del Carnaval fue el pueblo de Bollullos, sobre todo las mujeres: jóvenes y mayores. Ellas adornaron ese primer año 42 calles de la localidad, prepararon entremeses regados con el vino bollullero para agasajar a las autoridades locales y a cualquiera de dentro o de fuera de la ciudad que se acercase para disfrutar de la fiesta de la alegría, del color, de la libertad y de la gracia.
Mi abuelo continúa diciéndome que en aquel primer año él formó parte de una agrupación, “Los labriegos del Condado”, y en posteriores años en “Las chochonas” (formada íntegramente por mujeres), “Los malagüeros” y comparsas como “Soplo de vida”, “Embrujo andaluz”, “Magia lunar”… todas ellas agrupaciones mixtas que protagonizaron los primeros años del Carnaval recuperado. A partir de 1992 aproximadamente, las agrupaciones mixtas desaparecen.
En 1999 se forma un gobierno tripartito que arrebató la alcaldía a Izquierda Unida, ganadora de las elecciones municipales de este año. Si hasta entonces el Ayuntamiento había apostado por la defensa del Carnaval, el nuevo gobierno, quizás abrumado por las críticas de los carnavaleros, arremete contra la fiesta. Frente a esta postura municipal surge la asociación carnavalesca “La Tizná”. Este colectivo es fundado por todas aquellas personas que aman el Carnaval sin distinción de color político, sexo o edad. Es esta asociación quien ha llevado el timón desde entonces hasta ahora en representación de todo el colectivo carnavalero.
Mi abuelo, aunque actualmente sufre la enfermedad del alzheimer, recuerda con precisión todo esto. Aunque a veces no me reconozca, me pregunta si este año también iré al cine España, porque él volverá a cantar y quiere que yo lo escuche. Yo le digo: “Abuelo, iré a la Casa de la Cultura”. Él se enfada diciendo que los Carnavales no se pueden hacer en la Casa de Cultura, porque tiene un aforo de menos de 300 personas y que en el cine caben 700. lo que mi abuelo no sabe es que en la legislatura 1999-2003 se tendría que haber terminado el teatro municipal. Han pasado 5 años más, las obras están paradas y sin que se sepa cuando se retomarán. Pero, con teatro o sin teatro, con el apoyo municipal o sin él, los que hemos nacido después de la recuperación del Carnaval, lo hemos vivido desde pequeños y tenemos un abuelo como el mío, músico y carnavalero, que nos ha enseñado a amar la fiesta y nos ha contado sus raíces, no dejaremos que vuelvan a arrebatárnosla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ole,ole y ole! Y el que no diga ole que se le seque la hierbabuena! OLE OLE Y OLE! Y OLEEEEEE

Anónimo dijo...

Di que sí, esperemos q el teatro se acabe de aquí a poco tiempo...
El Carnaval va tirando!!
Viva el carnaval!!!
PD: Enhorabuena a mis compañeros Delia y Álvaro, un artículo fantástico, me ha encantado :D




*Neiva*